Una comedia de equivocaciones fuera de Gibraltar

Submarinistas del cuerpo de policía español han violado claramente la soberanía del Peñón. Madrid debería concentrarse en sus terribles problemas económicos.

La policía española ha llevado a cabo un bizarro truco publicitario en el mar que rodea Gibraltar. Este fin de semana han publicado imágenes de vídeo de sus submarinistas, aparentemente, inspeccionando uno de los 70 bloques de hormigón que el gobierno de Gibraltar ha lanzado al agua para crear una barrera. Este hecho claramente ha violado la soberanía del Peñón y es un intento de aplicar una jurisdicción sobre aguas que pertenecen a otro. Incluso se tomaron tiempo dentro de su jornada como policías para posar sumergidos con banderas españolas.

En lo que se refiere a los incidentes internacionales, este ha sido de mal gusto y tonto.  Perlo la impotencia de la acción- un pantomima que busca captar la atención – nos recuerda el estridente redescubrimiento español de su reclamación sobre Gibraltar. La reclamación, por supuesto, no tiene sentido. Gran Bretaña ganó el Peñón de forma  perpetua en el Tratado de Utrecht en 1713. En 1969, el Reino Unido se comprometió a no entregarlo a nadie en contra de los deseos democráticos de las personas que en él viven. En el año 2002, ese compromiso se puso a prueba y se mantuvo después de que los habitantes del Peñón celebraran un referéndum, en el que un 98% votó en contra de compartir la soberanía con España. La autodeterminación es un derecho humano fundamental- y los gibraltareños han dejado claro que quieren seguir siendo británicos.

¿Por qué entonces España sigue agitando el asunto? La respuesta está seguramente en sus terribles problemas económicos. Cuando la burbuja inmobiliaria acabó en el 2008, el desempleo explotó y el Gobierno se vió obligado a encontrar miles de millones de euros recortando el gasto y aumentando los impuestos. Como Argentina a principios de los años 80, parece que la élite de España está intentando distraer a los sus ciudadanos de sus fallos avivando el orgullo nacional. A diferencia de Argentina durante ese periodo, España es una democracia estable con un compromiso con la ley, el orden y  la cohabitación con sus vecinos – lo que hace que su comportamiento sea aún más extraño.

Y ten en consideración esta hipocresía: España sigue poseyendo los enclaves marroquíes de Melilla y Ceuta. Es muy difícil aceptar acusaciones de neocolonialismo de un país que se aferra a sus posesiones imperiales. En consecuencia, la retórica que sale desde Madrid, como la treta publicitaria de los buceadores, es difícil de tomárla en serio.

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